Día 3: La integridad de Daniel
7 de enero de 2025
Por Stephen Badiger y Jonathan Owen, Misiones Mundiales
Meditación bíblica: Daniel 6:4
Como ministro bivocacional, uno de mis primeros trabajos (de Stephen) fue como ejecutivo junior/responsable de préstamos en una empresa financiera. Durante un tiempo en que nuestra sucursal estuvo sin director durante un par de meses, asumí la responsabilidad de director interino de la sucursal. Un día, un director de otra sucursal fue asignado temporalmente a la nuestra durante un par de días. Mientras yo atendía a un cliente, me miró y me dijo: “Tienes una chispa en los ojos, algo diferente. Me gusta mucho cómo trabajas y manejas las cosas. Quiero trasladarme aquí y trabajar contigo”.
Abrumado por sus palabras, sentí que Dios me guiaba a compartir la razón de mi integridad y mi ética de trabajo. Me senté en su despacho y le conté la historia de Jesús. No se limitó a hacer comentarios amables, sino que pidió un traslado y pronto se mudó permanentemente a nuestra sucursal.
La historia de Daniel comienza con el derrocamiento de Judá, su patria, por parte de Babilonia. Él estaba entre los exiliados a Babilonia para servir a su conquistador. Con su mundo al revés, ¿cómo debía servir un hebreo fiel a un imperio pagano?
Durante su entrenamiento, cuando se les dio comida que estaba en conflicto con la Ley de Moisés, Daniel y sus amigos respetuosamente pidieron otros arreglos y confiaron en que Dios los apoyaría. Dios les dio una sabiduría y un entendimiento superiores a los de sus compañeros, y se les asignaron puestos de autoridad.
Considera la nueva posición de Daniel. ¿Era ésta una oportunidad de frustrar los esfuerzos de los enemigos que habían blasfemado a su Dios y matado a su pueblo? ¿O era una oportunidad para bendecir a las naciones? Las acciones de Daniel reflejaban las instrucciones de Jeremías a los exiliados babilonios: “Buscad la paz y la prosperidad de la ciudad a la que os he llevado al exilio. Rogad por ella al Señor, porque si ella prospera, también vosotros prosperaréis” (Jer 29:7). A medida que Daniel utilizaba sus considerables talentos para bendecir a Babilonia -sin dejar de ser fiel a Dios- era elevado a una mayor responsabilidad y se le daban oportunidades para honrar a Dios.
Más tarde, cuando otros sintieron celos de Daniel, se lamentaron de no poder encontrar ningún fallo en su integridad ni en su trabajo. ¡Qué testimonio! Para atraparlo, promulgaron una ley contra la oración privada, y Daniel no pudo cumplirla. De nuevo confió en Dios, esta vez para que le ayudara a superar las consecuencias. Al final, Dios lo salvó y lo vindicó, y toda Babilonia conoció el poder de su Señor.
La integridad de Daniel trajo un mejor gobierno para Babilonia y una mayor gloria para Dios. ¿Cómo podrían tu integridad y tu trabajo fiel bendecir a otros y dar testimonio a tu comunidad?
Oración
Padre, por favor, guíame mientras te represento en mi vida diaria. Ayúdame a actuar con integridad aun cuando el costo sea difícil de soportar. Amén.